L@M/ La FAC defendió en el Parlamento en 2006 una regulación para el cannabis similar a la de alcohol y tabaco. Antes se comenzó a promover los clubes como medio para alcanzar ese objetivo. “Al comienzo del desarrollo de los CSC, desde el movimiento pro-legalización considerábamos que el objetivo final era lograr para el cannabis un mercado similar al del alcohol o, en ciertos aspectos, al del tabaco” (1).
«Un mercado flexible como ese sería el más deseable en el caso del cannabis, ya que permite que convivan formas muy diversas de entender el cultivo y el consumo. No impide que las grandes corporaciones hagan su asalto al mercado, asalto que por desgracia parece inevitable en un escenario de normalización, pero a la vez permite la existencia de otro tipo de circuitos comerciales más locales y a pequeña escala, así como la producción libre sin fines comerciales», escribía Martín Barriuso. (2)
Ahora, para más de cien asociaciones reunidas en noviembre en Madrid representadas en las siete federaciones regionales que conforman la FAC, los Clubes Sociales de Cannabis son una alternativa mejor que los coffee-shops, los estancos o las farmacias. «Creemos que el sistema de clubes permite cubrir nuestras necesidades con todas las garantías» (3).
La FAC refuerza su propuesta de regulación de hace casi tres años: “Si conseguimos abastecernos directamente y en mejores condiciones, ¿para qué vamos a luchar por un mercado capitalista para el cannabis,…?” (1). Pero la FAC se desentiende de los fundamentos que ofreció en el Parlamento en 2006 y que contaba con un amplio consenso antiprohibicionista:
«Se debería permitir que vaya arraigando una cultura popular sobre el uso de cannabis, similar a las de otras drogas de uso más normalizado, como el alcohol, de forma que se vaya construyendo un entramado de usos, costumbres, ritos, sanciones informales, etc., que favorezcan el conocimiento de los riesgos, el uso responsable y modelos de consumo con el menor riesgo posible» (4).
Queda claro, comparando los discursos, que el objetivo principal de la FAC ha cambiado bruscamente tras años de reivindicación, sin embargo el lenguaje empleado en el comunicado de la federación, cuidadosamente elaborado, sugiere una imagen distinta: «La FAC refuerza su propuesta de regulación», «…nuestro principal objetivo sigue siendo…», «…despenalización…», «…tras casi 15 años de recorrido…», «…hemos matizado nuestras viejas propuestas…».
«La FAC quiere dejar claro que nuestro principal objetivo sigue siendo el de plantear una regulación de la tenencia y el uso personal que permita cultivar un determinado número de plantas y almacenar legalmente lo necesario para el consumo anual; la producción y distribución colectiva a través de clubes sin ánimo de lucro; y la despenalización del tráfico fuera de ese marco, pasando a ser una infracción administrativa. Aceptamos ciertos límites a cambio de ciertos derechos. Tras casi 15 años de recorrido, hemos madurado como movimiento, y hemos matizado nuestras viejas propuestas en este nuevo proceso abierto» (3).
El «matiz» es radical, pues la sustitución del concepto legalizar por despenalizar conlleva continuar etiquetando culpable lo que es inocente (aunque se elimine la de criminal), manteniendo el problema de las drogas ilegales, la prohibición. Que el consumo esté despenalizado y los consumidores sigan acribillados a sanciones es la prueba de que despenalizar la venta no es solución alguna contra el acoso, sea de forma individual o colectiva.
Con este cambio se abandona los principios originales y la inseguridad contra la que se luchaba no se diferencia tanto de la que se propone. Cualquier persona o asociación que tuviese o produjera cannabis seguiría siendo sospechosa en tanto que es susceptible de ser vendido y la actividad continuaría en la ilegalidad. Los motivos de la Fiscalía General del Estado en la Instrucción 2/2013 de agosto para acechar clubes no necesitarían modificación: «Hay que tener en cuenta que detrás de la apariencia jurídica de algunas asociaciones se pueden ocultar auténticas organizaciones o grupos dedicados a la distribución de drogas» (5).
(1) Los Clubes Sociales de Cannabis en España
(2) Propuesta de modelo legal para el cannabis en el estado español.
(3) La FAC refuerza su propuesta de regulación
(4) Ponencia de Barriuso ante el Parlamento
(5) Instrucción 2/2013 de la Fiscalía General del Estado
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Lo que hace la FAC con los términos legalizar y regular es de juzgado de guardia:
El secretario de la federación declara que “La experiencia nos dice que en los países en los que se ha legalizado la venta de marihuana sin una regulación previa del cultivo, como es el caso de Holanda, el mercado termina en poder de las mafias”.
La realidad es justo la contraria. Holanda reguló la venta de marihuana en la década de los setenta sin legalizarla. El mercado, como en todo el mundo, está en poder de las mafias porque está prohibida su venta.
Legalizar es permitir una actividad que estaba prohibida, es una decisión política, mientras que regular consiste en dotar a la sociedad de un marco jurídico, un conjunto de normas, que establezca cómo se organiza dicha práctica. Tanto para legalizar como para prohibir es necesario regular, fijar unos criterios.
Pero a la FAC la mentira le sirve para evitar, como el PNSD, la cuestión de la legalización uruguaya y de estados estadounidenses. La FAC asume posturas y argumentos prohibicionistas. La página teinteresa.es usa los discursos de ambas organizaciones para confundir sobre la cuestión en el siguiente artículo:
Delegado del Plan Nacional sobre Drogas: “Obama banaliza el consumo de marihuana y va en contra de sus propios estudios sobre esta sustancia”
Pero el artículo de teinteresa.es aún va más allá, inspirado por el representante de la FAC deforma la irrealidad y establece una senda aberrante hacia una legalización ilusoria, primero se regula y después se legaliza, explica: «El camino sería por tanto implantar un modelo integral que regule el cultivo, la venta y el consumo, para después legalizar el producto. Uruguay y el estado de Colorado son los ejemplos más claros de este buen camino, por delante de Holanda, ya que han optado por regular».
De nuevo la realidad desmiente los hechos. Colorado legalizó a finales de 2012, durante 2013 elaboró los criterios para regular la legalización y desde el primer día de 2014 es posible comprar legalmente marihuana. En Uruguay, la legalización es más reciente, del 2013 y la regulación se está elaborando, no ha sido al revés.
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