«Si ciertos crímenes -robo, violación, calumnia, lesiones, homicidio, etc.- son siempre rechazados por sus víctimas, hay otros -prostitución, juego ilícito, propaganda ilegal, herejía, objeción de conciencia, disidencia ideológica, etc.- cuyas reputadas víctimas no sólo no rechazan sino que solicitan y sufragan muy gustosamente.»
«Si el método para reprimir los crímenes del primer tipo es básicamente la denuncia del perjudicado o sus deudos, el método para luchar contra los segundos es básicamente la infiltración. Este procedimiento es el que hemos visto aplicar sistemáticamente en EEUU desde 1914 (ley Harrison) contra médicos y farmacéuticos, usando falsos enfermos que en realidad eran policías disfrazados o colaboradores suyos.»
«Cuando la desobediencia civil se contagió a todos los estratos sociales, con defensores tanto prácticos como teóricos, las fuerzas del orden se vieron puestas en la alternativa de respetar estrictamente la ley, condenándose a la ineficiencia, o hacer una guerra sucia con algunas esperanzas, cuando no de triunfar al menos de mantener cierto control sobre la situación.»
«La infiltración pasó a ser difícil desde1965 (…) La trama de informantes necesaria para seguir influyendo sobre mercaderes y usuarios planteaba un volumen de gasto enorme (…) Era preciso admitir los pagos en especie, tanto como el concurso de aquellos individuos que con arreglo a eticidad se considerarían precisamente los más despreciables (…) Pocos años más tarde, la mayoría de países tenían establecido un impuesto formal -del 20 al 50 por 100- sobre las capturas logradas mediante colaboración.»
«La trama de colaboradores y colaboradores de estos es una tela de araña sensible a casi cualquier señal de mercancía o adquirientes, que si dejan escapar algo no es por desconocimiento sino por pactos o nuevos impuestos formales.»
La redacción de El Pais publicaba en 1988: «Miembros de la Guardia Urbana de Barcelona que patrullan en el distrito de Ciutat Vella han expresado su malestar por la gran cantidad de camellos que, al ser detenidos, se identifican como confidentes de la policía.»
Fuente de iluminación: Historia de las drogas, Antonio Escohotado, Alianza Editorial, Madrid, 1989. ( Tomo 3; la estrategia represiva y su evolución.
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