La policía practica el terror en Galicia

Agentes de la lucha contra la droga desplazados a Ribadumia desde la Comisaría de Policía Nacional de Pontevedra protagonizaron el jueves una operación fallida en la cual aterrorizaron a dos jóvenes inocentes a punta de pistola y amenazas y generaron una tensión vecinal desproporcionada.

MANUEL MÉNDEZ / RIBADUMIA Los argumentos son casi idénticos en el caso de Noelia y en el de Miguel Ángel Gómez. La diferencia es que a él lo soltaron apenas 3 horas después de ser detenido -tras una espectacular persecución y dos disparos- y ella tuvo que permanecer retenida desde las 21.30 horas del jueves hasta las 19.30 del viernes, dice. Es más, la noticia de su detención no fue comunicada a su familia hasta tres horas después de que tuviera lugar.

Un error que pudo acabar en tragedia

Eran las nueve y media del jueves -ya era de noche- cuando Miguel Ángel Gómez Abal, de 29 años de edad y domiciliado en Paradela (Meis), circulaba en su coche, un Seat León de matrícula 0772-DJV, propiedad de su madre. Avanzaba entre los lugares de Besomaño y Barrantes, en Ribadumia, cuando decidió detener el coche en el arcén «para ir a orinar». En ese instante llegó otro vehículo y, como consta en la declaración prestada en Comisaría por el chico, un individuo le gritó: «Alto, Policía». Portaba un arma en la mano «pero no mostró ninguna identificación». El supuesto policía realizó dos disparos, uno de los cuales alcanzó la carrocería del coche de Miguel Ángel Gómez.

Éste se asustó, «porque tal y como están las cosas no te puedes fiar de nadie», cogió su coche y salió huyendo del lugar a toda velocidad, «incluso poniendo en riesgo mi vida», relata. Se dirigió a Barrantes «buscando un lugar donde hubiera gente para pedir ayuda» y el otro vehículo, con los policías dentro, empezó a perseguirlo, llegando a colisionar con el turismo del huido en el lateral derecho. Durante la huida, el perseguido incluso llamó al 112 y al 062 «para comunicarles que me perseguía un hombre armado».

Fue así como Miguel Ángel Gómez llegó a las puertas de la cafetería Espacio Azul, detuvo el coche, salió corriendo y, cuando intentaba acceder al local, «se me echaron encima los dos que venían persiguiéndome, tirándome encima de una mesa» de la terraza del bar. Parece que en el impacto incluso el joven se golpeó en el costado con una silla, que se rompió. Cuando estaba tendido en el suelo y los dos agentes sobre él, le dijeron que quedaba detenido y lo esposaron, «pero sin darme explicación alguna». Al identificarse después «tampoco me informaron de mis derechos», añade.

Los policías, integrantes de la Udyco de Pontevedra, la unidad especializada en lucha contra el narcotráfico, lo introdujeron en el coche «y así estuvimos dando vueltas durante casi dos horas, llevándome a hasta una finca donde me preguntaron si había estado allí antes, a lo que respondí que no».

Más tarde estuvieron parados en una pista forestal «hasta que fui trasladado en mi vehículo a la Comisaría de Pontevedra, donde permanecí alrededor de una hora más hasta que me dijeron que podía marcharme, sin darme más explicaciones».

Ayer, Miguel Ángel Gómez Abal todavía no daba crédito a lo ocurrido. Después de poner el asunto en manos de un abogado decía que lo que quiere «es que alguien se disculpe y que limpien mi nombre, pues mucha gente presenció lo ocurrido y puede pensar que soy un delincuente cuando en realidad no hice nada malo, salvo pararme a orinar en el sitio y en el momento equivocados».

Con un collarín, mostrando los hematomas en su torso a causa del impacto con la silla y nervioso, este vecino de Meis confiesa que pasó miedo y que aún no se repuso, a lo que añade que si salió huyendo «fue porque estábamos en una zona oscura y me asusté mucho al ver que me apuntaban con una pistola».

Otra joven de Arousa denuncia a la Policía tras pasar 22 horas en el calabozo por un error.

Noelia González Rodiño, de 30 años, natural de Sanxenxo y residente en Vilagarcía, denunció ante el Juzgado 2 de Cambados que también fue detenida por error por la policía de Pontevedra en la noche del pasado jueves y que estuvo 22 horas en el calabozo y después la soltaron, alegando los agentes que había sido una equivocación.

Casada, madre de dos hijos -de 9 y 2 años-, en paro y residente en Vilagarcía desde que contrajo matrimonio -su esposo trabaja en una empresa de envases metálicos y está en Marruecos instalando maquinaria-, Noelia sólo quiere que se le pida disculpas por lo ocurrido «y se limpie mi honor, pues no soy una delincuente y está claro que se confundieron de persona».

En la denuncia presentada en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 2 de Cambados, Noelia relata – y testigos lo corroboran- que estaba parada en Barrantes porque un semáforo estaba en rojo cuando «tres personas bajaron del coche que estaba detrás portando armas… me dijeron que parara el motor y me sacaron del coche a punta de pistola», procediendo a registrar el vehículo. «Los vecinos se agolparon alrededor pidiendo explicaciones a los agentes `porque aquello parecía un circo´ y optaron por introducirme en su coche para sacarme de allí. Cuando protesté me enseñaron sus placas».

La llevaron hacia el campo de fútbol de Ribadumia, donde «volvieron a registrar mi coche mientras me preguntaban si conocía a otro chico que tenían esposado en otro turismo». Aquel detenido era Miguel Ángel Gómez, que relata que la policía «tenía a una chica allí y me preguntaron una y otra vez si la conocía… después la vi en la Comisaría y quedaba allí cuando a mi me soltaron».

Tras aquel primer encuentro, «sin que me leyeran mis derechos y sin que me dejaran telefonear a nadie», continúa, «nos llevaron a Pontevedra, donde otra vez me registraron el coche y me dijeron que lo pasaría mal si no hablaba».

Ya de madrugada los agentes la cambiaron de oficina. «Me dieron un papel con mis derechos diciéndome que estaba detenida, pero sin decirme los motivos». Fue entonces cuando la policía telefoneó a la hermana para contarle lo ocurrido y pedirle que llamara a la mañana siguiente. Noelia pasó toda la noche en el calabozo y fue a las 16 horas del sábado «cuando me llevaron hasta una finca que tenemos en Ribadumia» y que usan para guardar el perro de la familia. Allí registraron todo el terreno. A las 18.30 horas del viernes la llevaron de nuevo a la Comisaría.»Allí un policía de bigotes me dijo: `Mis compañeros metieron la gamba´». A las 19.30 horas la soltaron.

La policía alega que la Udyco de Pontevedra, la unidad especializada en lucha contra el narcotráfico, había desplegado un operativo de lucha contra la droga que había fallado. Cuando ayer se preguntó en Comisaría por este nuevo caso, los agentes respondieron que no podían dar información porque está abierta una investigación interna para depurar responsabilidades por el «equívoco» del jueves.

Fuente: http://www.farodevigo.es

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