Con pocos recursos y mucha voluntad, la organización Alacannabis, convocante de la concentración, recibió el pasado sábado 5 de mayo a los manifestantes convocados a ritmo de tambor y con la referencia de las pancartas en la escalinata Jorge Juan de la ciudad de Alicante, marcados de cerca por agentes de las fuerzas de seguridad del estado.
Se olían y se veían los porros, siempre al ritmo del tambor, principal protagonista. Por ello, un responsable de uniforme, agraviado, recordó la ley a la organización y se mostró dispuesto a notificar del comportamiento de los presentes. Aclarado que lo que le preocupaba a la autoridad era la vergüenza que pasaba por la cercanía de los canutos y la imagen que los desvirtuava, la organización negoció ser discretos.
Se continuó fumando y ambientando la avenida General Marvá desde el principio hasta el final, y me constan porros bien visibles y expuestos a la cabeza del ritmo. Siempre los tambores al frente. Fuimos pocos pero buenos y nos lo pasamos bien. El recorrido transcurrió con normalidad y fue sonoro y rítmico. Coincido, desgraciadamente, con los cálculos subjetivos que estiman en 500 los manifestantes, pero parecíamos 2000 ó 5000, lo menos.
Muchos jóvenes se integraban con gozo y sorpresa en la marcha a la carrera. Señoras mayores, paseantes con quien compartió espacio la caravana cannábica, preguntaban sonrientes y animadas por la alegría y el ritmo, qué pedíamos. Ser felices, señoras, es lo que queremos. Un valiente fue identificando fumetas entre los espectadores de la marcha. Tú fumas, eh, tú fumas, pillín, gritaba arrancando sonrisas de los aludidos. Siempre bajo control policial.
El final fue el manifiesto a pelo en el parque de Canalejas y el gran aplauso para la organización y los autores del ritmo, insisto, principales protagonistas. Nos dispersamos con normalidad y no conozco ningún incidente.
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