Clubes de consumidores o crimen organizado

anciana lazarat

Una alternativa real a los clubes de consumidores y a la regulación del mercado, son valles enteros de marihuana defendidos con armas de fuego, como en la ciudad albana de Lazarat, donde ni el Gobierno ni la justicia tienen autoridad sobre el territorio y a la policía se le recibe a tiros (1). Los políticos se empeñan en que el cannabis deje de ser una fiesta para que se le asocie con la tragedia.

L@M/ El ministro de Interior Jorge Fernández Díaz ha explicado públicamente que si las medidas de un gobierno facilitan de alguna manera la labor del crimen organizado, suponen un efecto llamada a la delincuencia. Ese efecto es el que provoca la comisión mixta Congreso-Senado para el estudio del problema de la droga cuando se opone a la regulación del mercado del cannabis en España. (2)

Los perversos clubes de consumidores banalizan el consumo de cannabis, según los políticos inmaculados, del mismo modo que la malévola ONG Cáritas exagera la pobreza en España, en opinión del santo ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. La «evidencia científica» que avala las posturas oficiales está certificada por «Nuestra Señora María Santísima del Amor», condecorada recientemente con la Medalla de Oro al Mérito Policial.

Los clubes de consumidores de cannabis y el cultivo personal de marihuana son la única alternativa al tráfico ilegal de cannabis. Hasta ahora, la proliferación de clubes y de tiendas de cultivo ha contenido la expansión del narcotráfico internacional de marihuana (instalado en Albania y Kosovo) y ha reducido el de hachís. Miles de usuarios se abastecen en sus locales. Para resolver la inseguridad jurídica en la que actúan, las asociaciones solicitan una regulación que les niega la práctica totalidad de los miembros de la comisión.

Los depravados clubes de consumidores, como cualquier hijo de vecino, aspiran a abonar impuestos legalmente (dinero que vendría de perlas para cubrir necesidades básicas), lo cual repercutiría en beneficio de los malvados ciudadanos que viven con descaro por encima de sus posibilidades. Por eso el plan no convence a los castos políticos, que se oponen a la regulación del mercado del cannabis y al rescate de las personas.

Viñeta de El Roto, publicada en elpais.com el 31-3-14.

Viñeta de El Roto, publicada en elpais.com el 31-3-14.

Nuestras señorías no solo se oponen a un mercado regulado del cannabis sino que están dispuestas a actuar contra quienes lo defienden. La única alternativa posible, entonces, es un mercado clandestino. Si se desmanela los clubes y se sanciona el cultivo para consumo propio, el crimen organizado ocupará su lugar, sustituyendo videoconsolas, futbolines y mesas de ping pong por kalashnikovs.  No aceptando la banalidad del cannabis (tiene menos impacto negativo en la salud que el tabaco), se impone en el guión que la cuestión sea de extrema gravedad.

Los angelitos del crimen organizado negocian con argumentos de mayor entidad: pagan en sobres y en billetes de quinientos solo a los dirigentes. Así se los ponen también, uno encima de otro, los benditos banqueros y los benefactores de la construcción.

Nuestras señorías emiten su efecto llamada al crimen organizado en un momento delicado. Hay ciudadanos que pasan hambre, que les tiran de sus hogares, que les roban sus ahorros,…; y si protestan, les sacan los ojos. Por eso, unos quieren matar policías que sacan ojos y hay policías ofendidos que quieren matar ciudadanos, coyuntura en la cual todo se justifica en defensa propia. Tal es la inseguridad ciudadana.

Si la policía saca ojos o testículos sucede porque están armados adecuadamente. Si los agentes no computan heridas del mismo calibre es porque los ciudadanos no están en la misma situación. El panorama puede revertirse con el efecto llamada de nuestras señorías y su voluntad de que la cuestión del cannabis sea trágica, en vez de banal. Los angelitos del crimen organizado, para quienes el  intercambio comercial es sagrado, podrán armar a los ciudadanos.

Por desgraciada, hay que prepararse para vivir bajas civiles y militares, para dejar de ser personas y convertirnos en puro dolor. La perspectiva de tirarse al monte y constituir guerrillas no es deseable, a pesar de que los ciudadanos de Lazarat, que hace 25 años a duras penas tenían para comer, hoy puedan llevar a sus hijos a la universidad gracias al tráfico ilegal de marihuana.

Sería más sencillo ayudar a quien tiene hambre, actuar contra quien roba los ahorros y las escrituras de los hogares de las personas, dejar de sacar ojos a quienes reclaman justicia y legalizar la marihuana. Sería más sencillo, sí, pero no tan rentable para los políticos.

Los muertos, desde luego, son un inconveniente, pero no dejan de ser lumpen asalariado, con o sin uniforme, y se rentabilizan en tanto que justifican medidas represivas que blindan el poder, por lo que no sería tan extraño que el primer agente que pierda la vida lo haga de manos de un compañero, dándolo todo por la patria, rompiendo el hielo.

Enlaces:

(1) Albania, la cosecha; (1 bis) Albania: Marijuana Village » LAZARAT»

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