L@M/ De pequeño te hacen creer en los reyes magos y de mayor en las instituciones y en las fuerzas de seguridad. Si dentro de dos semanas se celebrará la cabalgata infantil, la anterior se festejaba una de adultos. La Ministra de Sanidad, Ana Mato, no tiró confeti como hubiera deseado pero repartió medallas, que le gustan más que a un niño un juguete caro. (1)
Los reyes magos reparten regalos a los niños que se portan bien y los políticos y las fuerzas de seguridad luchan contra el narcotráfico. Así cuentan que son las cosas. Para escenificar lo último, entre otras farsas, desde hace 17 años, representantes ministeriales, Guardia Civil y Policía Nacional son condecorados con las medallas de la Orden al Mérito del Plan Nacional sobre Drogas, “que suponen un reconocimiento a los servicios excepcionales y la especial dedicación de personas e instituciones a la lucha contra las drogas”, según el guión. (2)
Es frustrante descubrir después que los regalos los compran los padres y que sin la colaboración de políticos y fuerzas de seguridad dificílmente seríamos líderes en consumo de hachís y no sería posible comprarlo con tanta facilidad en cualquier rincón del territorio nacional. Muchos desarrollan estrategias psicológicas como método de defensa ante la realidad, pues llegada la ocasión empiezan a sentir ansiedad, angustia y síntomas de enfermedades imaginarias.
El primer paso es la negación, es mentira que los reyes magos sean los padres o que políticos y fuerzas de seguridad colaboren con el narcotráfico. Después llega la fase de compensación: el niño acaparará catálogos de regalos y el adulto estudios del PNSD para devorarlos con gran fe y ardor. En algunos casos se acciona el mecanismo de la amnesia disociativa: las personas eliminan de la memoria toda información que confirme que sus creencias están equivocadas.
También es común proyectar el conflicto sobre otros, transfiriendo a los demás sentimientos negativos: “No sabes el dolor que estás causando, tú sí que eres malo”. Incluso se llega a racionalizar el credo, dado que el ser humano necesita tener fe, momento en que se corre el riesgo de sufrir una reacción represiva y de que se promueva una cruzada contra el hereje. Mejor no pensar en qué le sucedería a cualquiera que tuviera la ocurrencia de gritar que los reyes son los padres en medio de un concierto de Violetta antes de Navidad.
Lo impactante a la vez que didáctico sería un musical de revista donde Ana Mato, Francisco Babín e Ignacio Cosidó, caracterizados de Melchor, Gaspar y Baltasar, bailaran el corro de la patata mientras cantan “vamos a contar verdades”, escoltados por una coreografía de agentes uniformados (sus gestos se marcan entre paréntesis).
(1) Se desconoce cuánto nos costó que se autoconcediera a la Reina Sofía el Premio Roosevelt (considerado el “Nobel de la Discapacidad”) antes de acudir junto a la ministra al palco de la final del US Open para fotografiarse con el tenista Rafael Nadal, quien se mostró incómodo ante el paripé (3). Un premio “para los que trabajamos en defensa de los derechos y las libertades de los ciudadanos” (4), destacaba la inmaculada mujer que no se entera de dónde sale el dinero que paga los coches que hay en su garaje y los viajes que realiza acompañada de sus hijos. Como la señora ni se ocupa ni le importan las cuentas, al final siempre paga el ciudadano al que dice que defiende, del coste de la representación ni se sabe ni se le espera.
Pandilla de sabandijas,eso es lo que son nuestros lideres.Por cierto,muy buen articulo.